España jugó un papel crucial en la comunicación entre Houston y el Apolo XI. Debido a la rotación de la tierra, se necesitaban tres antenas a lo largo del planeta para que siempre hubiera conexión. Una de esas antenas estaba en Fresnedilla (50 km de Madrid). Así que dos técnicos españoles conocieron todos los entresijos de la operación y -debido al retardo de la señal- escucharon, antes que Houston, las palabras de Amstrong cuando pisó la luna.
Tal vez por eso, los madrileños Los Pekenikes, ya le cantaban a las estrellas en los años previos al alunizaje. La carrera espacial provocó una enorme competitividad entre EEUU y URSS y se cobró sus víctimas.
Mecano tuvo el detalle de dedicar esta canción a Laika, la perra más famosa de la historia.
Bunbury rememorando a Bowie pone en “órbita lunar” a “Lady Blue” que puede ser la amada del protagonista o también la tierra vista desde la luna.
No todo era competición, durante muchos años, la “conquista” del espacio también se vio como una muestras de las fabulosas capacidades humanas con la esperanza de que no estuviéramos solos en el Universo.
Miguel Ríos, envuelto en acordes de Richard Strauss, aún mantiene la fe en la humanidad.
Juan Perro, unos cuantos años después, es más escéptico y advierte a la NASA que lo mejor es la propia tierra.
Iván Ferreiro, aficionado a las cosas del cosmos como Antonio Vega-, canta con Los Piratas: “no hay lunas que buscar, el cielo está lleno de metal”. Del sueño a la pesadilla.
Desde 1972 no se ha vuelto a pisar la luna. Pero eso no quiere decir que nuestro satélite no tenga efecto en nosotros.
La Unión se basaron en un relato de Boris Vian “Loup-Garou” (1947) para escribir “Lobo Hombre en París”. Fue un éxito descomunal en España y Latinoamérica. La versión de la banda colombiana The Mills en colaboración con Andrea Echeverri de Aterciopelados vale un potosí.
Seguimos en Sudamérica con Fabulosos Cadillacs y de Argentina nos vamos a Pamplona con Marea, nombre lunar ya que las mareas dependen de la tracción de la luna (y en menor media del sol) sobre los océanos.
Y la tragedia que Bowie (aquí en versión española) describe en “Space Oddity” pudo ser realidad. Los tripulantes del Apolo XI no sabían si regresarían con vida y al no tener seguro de vida, firmaron cientos de fotos para que, en caso de tragedia, pudieran subastarlas y tener una ayuda económica. No hubo demasiada poesía en la llegada a la luna. De eso ya se encargaron los músicos. ¡Feliz despegue!