De Allegros, Andantes y Adagiettos

Henry Purcell creó la primera ópera inglesa, “Dido y Eneas. Esta pieza que habla de la muerte de Dido, -aquí en versión más coral- ha sido interpretada hasta por el mismo Jeff Buckley. La música instrumental coge vuelo con Corelli; será tan influyente e imitado en Vivaldi, Bach o Haendel. W.A. Mozart estaba enamorado del sonido del clarinete (no habían pasado ni cien años de la invención de este instrumento) que le dedicó dos obras enteras: su famoso concierto y este quinteto. El único concierto que Beethoven escribió para violín  es el ejemplo perfecto de cómo puede interactuar un solista con una orquesta: es puro diálogo. Existe un antes y un después de Wagner. Incluso la forma que tenemos de ver la ópera en la actualidad (casi a oscuras, en silencio, máximo respeto) deriva de él. Una de sus mayores aportaciones fue estirar toda armonía tradicional; el famoso “acorde del Tristán” (en el 0:08) del inicio del Preludio es un ejemplo de eso. Nunca un acorde ha sido tan estudiado, pero es que aún no se sabe qué función cumple. Roza la disonancia, no se sabe si va a resolver, si no…Son dos tritonos superpuestos. Abre todo un mundo de posibilidades. Si esta (y otras muchas de él) obertura nos suena a BSO es porque un buen número de los compositores influidos por su música, se fueron a trabajar a Hollywood con la llegada del nazismo. A partir de Wagner hubo que posicionarse. A favor: Mahler (con ese Adagietto ya casi inseparable de las imágenes de “La muerte en Venecia” de Visconti). En contra: el propio Debussy -que previamente había estado a favor-. Su nueva forma de usar el piano, la manera de evocar con el piano instrumentos ajenos a la tradición occidental como el gamelán, su estatura como autor, le convierten en un fuera de serie, de esos compositores que se pueden llamar “actuales” o “cercanos” a nuestra sensibilidad”. En esta pieza (creada para un método de piano) despliega una buena dosis de sincopas en un breve momento ragtime. La increíble vida de Isaac Albéniz no impidió que compusiera enormes piezas sino también esta ópera de temática novedosa, atrevida y rompedora. Britten, para la reconsagración de la Catedral de Canterbury (fue destrozada durante los bombardeos alemanes de 1940) compuso esta obra maestra del XX. Cierra la lista, Bernstein, que lo fue todo. Director, recuperador de Mahler, filántropo, presentador docente con grandes audiencias y, sí, compositor. Para la historia queda esta obra maestra, “West Side Story”.

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