Concierto de Biznaga. Grupo invitado: Tze Tze. 16 de octubre. Sala El Sol. Sold Out.

Esto no es un simulacro.

El 40 aniversario que está celebrando la sala El Sol está tomando dimensiones colosales. Conciertos y conciertos de bandas excelentes acompañados de llenos totales. #SesionesRuidoByStubHub no podía permanecer al margen de los fastos y se ha sumado a este aniversario de cuatro décadas que mira más al futuro que al pasado.

El concierto de Biznaga es de los que están marcados a rojo en el calendario desde hace tiempo. Nadie quería perdérselo y la prueba es que las entradas se habían agotado desde hacía varias semanas. Pudimos comprobar el interés por el grupo nada más entrar en la sala. El ambiente que se respiraba era de expectación total, un nerviosismo generalizado en las entrañas de un público ansioso ante lo que estaba por venir. Así que el concierto comenzó mucho tiempo antes de que la banda se subiera a escena. 

Tze Tze, artista invitado, se encargaron de calentar el ambiente. Hace menos de un mes, el sin par dúo sacaron a la luz su colección de locuras y diabluras bajo el título “Baila, sangra, y olvida”. Ofrecieron un breve bloque de canciones, pero suficientes para dar una muestra de su ingenio selvático. Son hijos ágiles y originales de un cruce ilegítimo entre The Oblivians y Vampire Weekend y pertenecen a la estela de bandas que ascienden al paraíso de los poetas del ruido. Su rítmica y quebrada columna vertebral, pese a algunos problemas, se mantuvo en pie: salieron, trituraron y convencieron. Desde ayer, llevamos cincelado en nuestro cerebro estos versos: “Has estado respirando miseria en las calles…”

Biznaga fueron aviones sobrevolando una ciudad cualquiera. Su paso por la sala El Sol fue un bombardeo de palabras y sudor sobre un público que abarrotó la sala. Dedicaron el concierto a un compañero agredido y también tuvieron palabras para “este tugurio que nos ha traído tantas alegrías”.

Dejándose las cuerdas vocales en cada frase, sus metáforas dinamitaron los cerebros de los asistentes que, con el corazón bombeando adrenalina y poesía punk, saltaban por los aires. Una exhibición de contundencia que mira tanto al punk como al pop, pero siempre con la bombona de oxígeno preparada por si no hay tiempo para respirar. Gargantas al borde de la rotura, pulmones a punto del colapso, redobles que, en manos de, Milky son un tren lanzado por un barranco.

Entre el volumen podíamos descrifrar frases que como “los chicos quieren perder el control/se juegan el tipo por un poco de acción” de “Los cachorros” o “Al estilo jacobino/no hay belleza en lo tibio” de “Una nueva época del terror” y calaban en una sala que en menos de dos canciones ya se había convertido en un planeta aparte, un hechizo de poesía y punk.

Su derroche físico fue comparable al de su público y, por supuesto, al de los profesionales de los medios que cubren conciertos de este tipo. Ayer fue una noche en la que debemos recordar la titánica tarea de los fotógrafos que hacen su trabajo en una sala  sin foso de fotógrafos. Amigos y amigas de la cámara merecen estatua, medalla, himno, arma presentada, descarga de fusilería y salva de cañonazos. No hay palabras para agradecer su esfuerzo y entrega.

La juventud de Biznaga no impidió que evocaran el espíritu de principios de los ochenta y es que, aunque no inventan nada, transmiten la verdad sincera de quienes sienten que está haciendo algo por primera vez. Desprovistos de todo cinismo, alejados de esa mirada perdonavidas de los veteranos del viejo punk, han abierto en canal a un Madrid que se busca a sí mismo y no sabe si quiere ser capital europea o un poblacho castellano. Son la banda sonora de esa nutrida minoría que tiene voto, pero no voz. Biznaga no sólo habla por ellos sino que grita por y para ellos. Por algo son una banda que, como dijeron ayer sobre el escenario: “hacemos nuestro set list con rotulador”. Una declaración de principios mucho más evocadora que cualquier titular rimbombante.

Lúbricos e irresistibles, Biznaga humedecieron los cuerpos de mujeres y hombres entregados a su causa. Muchas almas sintieron, por primera vez, que el punk podía ser una música sexy. 

Allí, en El Sol, se produjo una curación en masa gracias a los tres cuartos de hora de canciones y vida inyectadas en vena. Como un pelotón de fusilamiento aniquilaron las últimas reservas de energía del público. Terminamos temblando con los bises “Nigredo” y “Van a reconocerte por los dientes” uno de sus temas más antiguos y, al terminar, extenuado público y grupo, subimos las escaleras en curva para ser despedidos por nuestro portero favorito en busca de una bocanada de aire en la calle Jardines. 

Madrid olía más viva que nunca. Los más jóvenes ahora ya “sabían” y entendían”, habían descubierto un nuevo código, algo a lo que pertenecer. Los más mayores habían vuelto a llenar de significado palabras que llevan años utilizándose huecas como “energía”, “potencia”, “comunicación” y sí, también “punk”.

Desde #SesionesRuidoByStubHub queremos agradecer al equipo de esta sala que siempre nos trata como si fuera nuestra propia casa. Durante muchos años Marcela San Martín y, ahora, Mar Rojo regentan un espacio donde han conseguido marcar el latido musical de la ciudad sin perder nunca ni un ápice de humanidad. La Sol, como Madrid y como Biznaga, nos pertenece ya un poco a todos y todas. Make Madrid Great Again.

Os esperamos en la próxima sesión con Fran Nixon.

Imagen: Nacho Nabscab (@nabscab)