“Tiene que haber algo más”, de Alizzz: Magia y artesanía

Los discos de productores podrían ser una categoría aparte. Podemos pensar, por ejemplo, en Daniel Lanois cuyos álbumes no alcanzan el mismo calado que cuando trabaja para otros. Los productores suelen grabar discos que interesan más a sus colegas que al público generalista. Sin embargo, Alizzz ha creado un disco tan o más comercial (entendido “comercial” por accesible, digerible o con estructura clara) que el pergeñó  con C. Tangana.

Hace años, un autor creaba una canción con guitarra/piano y voz y el productor decidía qué vestimenta le ponía en el estudio. Como el propio Alizzz ha explicado en ocasiones, esto ya no es así las tareas de producción y composición se entrelazan.  “El madrileño” destaca por una producción superlativa y, “Tiene que haber algo más” tiene como principal argumento las canciones. 

Se abre con “Todo me sabe a poco”, con un bajo rotundo y una letra que funciona como perfecta declaración de intenciones. “Ya no siento nada” es caramelo líquido y su línea melódica principal está a caballo entre The Strokes y MGMT. La canción arranca y se detiene varias veces, entran y salen instrumentos y con ese método logra que la atención no decaiga a lo largo de los cuatro o cinco acordes. Pero el azúcar y la crema del disco llegan en la tercera y cuarta canción. “Amanecer” con su bajo sincopado en la estrofa y rematada con un estribillo volador que la convierte en un éxito inmediato. Le sigue “El encuentro” con Amaia, un temazo que, justo cuando termina la estrofa presenta dos partes tan buenas que no se sabe cuál de las dos es el estribillo. Magia y artesanía. 

“Ya no vales”, curiosamente la que comparte con C. Tangana, es LA canción. Sin duda, el mejor texto del álbum cuya melodía cabalga sobre un bajo trepidante que saca partido máximo a una línea melódica de sólo cuatro notas. Y para despedirse, lanza un trío de ases final. “Siempre igual” es baile a lo Quincy Jones, más clásico. Cierra el álbum con “Luces de emergencia” con Jota Planetas, donde se dan la mano la balada italiana, el Manuel Alejandro más pop y ciertas sonoridades 90s. Un camino que ya habían inaugurado Cupido (finalistas #PremioRuido hace dos años) cuando juntaron el mundo de la música urbana con el indie.

Una vez eliminadas la barreras entre estilos en “El madrileño”, aquí se difuminan los límites entre tareas y Alizzz se convierte en tan buen artista como productor, porque ya no hay barreras. En efecto, hay muchísimo más.