Si Arnal y Bagés ya apuntaban alto,con “CLAMOR” se han elevado tanto que ya están en la estratosfera con renovadas ambiciones.
Pocos discos se han grabado así ahora mismo en Europa. Estarían muy cercanos a lo que pueda hacer Arca, pero en lugar de ser tan difusos, en vez de tener esa movilidad de los tiempos y patrones rítmicos, son más concretos y posee un sentido mucho mayor de la armonía.
¿Cómo han dado ese paso de gigante?
Por un lado, han aumentado la participación de su productor David Soler; un nuevo ingrediente en la ecuación que no desdibuja la esencia de dúo, pero es básico para catalizar el torrente de ideas. Por otro lado, todo apunta a que han modificado el método de composición. No parece que sean canciones donde la voz se haya inspirado sobre los acordes de la guitarra. Se invierte el sistema de creación y construyen en horizontal. Escribir canciones en forma circular, entendiendo la composición como una suma de procesos.
La voz no acapara todo el protagonismo ni es un monólogo; se pretende desintegrarla en una miríada de voces sin un eje central. Sin embargo, hay que reconocer que los mejores momentos del álbum están guiados por esa voz, que se impone por su excelencia, la magnitud de las melodías y lo conmovedor de su expresión. El disco titula “CLAMOR” y con razón.
Todo el ese camino vocal avanza a lo largo del sendero abierto por Silvia Pérez Cruz (que también ha seguido Rosalía). Un tipo voz lírica, dotada, limpiarse es un cruce de caminos entre un aire andaluz y una parte mediterránea que más allá del universo catalán: sería la tierra compartida que, durante siglos fue la Corona de Aragón. Arnal está tan cerca de “Ja s’ha mort la besàvia” de Pau Riba como del “Misterio de Elche”.
Los textos que demuestran que Arnal es, ahora mismo, una de las mejores letristas que tenemos.
Si en el primer disco, el tema clave era “Tú que vienes a rondarme”, (en “CLAMOR” podría ser “Furia de mí”. Si en “Tú que vienes a rondarme” está el Lorca de los romances, en la pieza de “CLAMOR” aparece el Lorca de “Poeta en NY”, surrealista, muy crítico con el devenir capitalista y profundamente humano. Lorca, Arnal, Filastine, Bagés, Soler, Björk, conviven en las esferas, sueñan en un disco inolvidable y lanzan un eterno clamor.