AURORA Y ENRIQUE, SOLEÁ MORENTE

Resulta interesante ver la relación que mantienen los hijos artistas de padres artistas. No todos mantienen un mismo tipo de vínculo. Por ejemplo, el hijo mayor de Johnny Hallyday, también músico, emplea el apellido artístico de su padre, mientras que su hija, actriz, usa el apellido real, Smet. Jakob, el hijo de Bob Dylan lleva en sus discos el apellido artístico de su padre, (el real es Zimmerman), pero no quiere ni una referencia a su progenitor en las entrevistas. El hijo de Sinatra dirigía su orquesta y Raúl Rodríguez, hijo de Martirio con la que colabora, ha desarrollado una tremenda carrera por sí mismo.

Los hijos de Aurora Carbonell y Enrique Morente son artistas, muy artistas, y es Soleá quien con esas referencias hace a su familia, mantiene vivo un recuerdo que se siente puro agradecimiento, una mera celebración por haber nacido en una familia tan enriquecedora.

Soleá, por primera vez, compone todo un disco por completo y cuenta la historia de sus padres, como en una función de teatro con guion adecuado a los personajes, que son sus propios padres. Emplea en las letras un lenguaje descriptivo, casi como instantáneas de amor que en ningún momento nos perpetúan en el pasado sino que la historia se vive desarrollada en el presente.

Lo más llamativo es que el terreno donde se mueve es el pop. Pese a que la voz, en algún momento, tiene cierto giro de folclore andaluz, realmente es un álbum de pop, pop a lo Jeannette o como La Bien Querida con melodías muy claras, pero también hay espacio para largos desarrollos instrumentales, elaborados con gusto y con texturas que, sin llegar a ser completamente ruidosas, rompen el consenso de la fragilidad pop y añaden carácter. Las colaboraciones no “familiares” son las de Marcelo Criminal y Triángulo de Amor Bizarro, que se integran muy bien dentro del tono general del álbum.

Y sí, apenas hay rastro de momentos aflamencados. Sólo en la parte que canta su hermana Estrella en “El pañuelo de Estrella” o el último tema, “Enrique”, resuena como un canto del almuecín que desde el minarete llama a la oración. Una oración que es un homenaje profundamente hermoso de una hija pop a sus padres flamencos.

“Aurora y Enrique” está editado por Elefant Records.

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