“No entiendo porqué he venido en un avión lleno, pero tengo que cantar en un teatro vacío”. Esta frase del barítono andaluz, Carlos Álvarez, resumió en pocas palabras una reflexión común de todo el mundo de la cultura y el espectáculo. Un sector entero, 700.000 trabajadores, el 3.8% del PIB nacional que, en comparación con otras actividades, ha recibido un trato terriblemente injusto y que, durante la pandemia, está siendo estigmatizado desde diversas instituciones -entre ellas el propio Ministerio de Sanidad- que equiparan, por ejemplo, conciertos con contagios.
Ante una situación de extrema necesidad y con un gobierno que jamás tuvo en cuenta que no se ha producido ni un solo contagio en los eventos culturales, se fundó M.U.T.E. (Movimiento Unido de Trabajadores del Espectáculo) que, por primera vez, integra diversas disciplinas -música, cine, danza, teatro, etc…- y además, visibiliza con claridad meridiana a quienes están detrás del escenario. Ya se sabe que para que haya un concierto de piano, otras personas tienen que cargarlo, transportarlo, afinarlo, y hasta pegar carteles o barrer. Para entender la importancia de estos trabajadores conviene recordar al sociólogo Christopher Small que, en vez de usar la palabra “music” (sustantivo), prefería emplear “musicking” (verbo) ya que la música es algo que se hace (normalmente entre muchas personas), y por tanto, se trata de un proceso y no un objeto. Eso incluye el resto de disciplinas.
#AlertaRoja fue la primera acción de M.U.T.E., una movilización en 28 ciudades diferentes que solicitaba una serie de urgentes medidas pensadas para autónomos, trabajadores por cuenta ajena y empresas; por supuesto, incluye peticiones comunes para todo el sector.
Las marchas del día 17 han tenido una amplia repercusión en los medios de comunicación y esperemos que haga reaccionar al ministro de cultura. Pero, también ha sido muy importante que las 28 marchas se desarrollasen de manera irreprochable; desde la distancia de seguridad, hasta la puesta en escena. Hubo una coordinación perfecta y una inmaculada profesionalidad que contrasta con la imagen de falsa anarquía que se arroja desde muchas instituciones sobre los trabajadores del espectáculo. La imagen de cientos de personas vestidas de luto riguroso empujando sus “Flight Cases” ya forman parte de nuestra historia reciente.
Ahora le toca a usted, ministro.